LOS CIEN AÑOS DE LA ANTIGUA RELOJERIA
UN SIGLO DE INCESANTE EVOLUCIÓN
Durante el reinado de Alfonso XII, el comercio del reloj en la Villa y Corte empieza a ser ejercido ya por madrileños de intuición avanzada -quizá antiguos mancebos de relojeria que llegaron a emanciparse- pues hasta bien entrada la segunda mitad del siglo, esta profesión estuvo monopolizada por franceses, suizos y alemanes.Cuando la Antigua Relojería abre sus puertas, los relojes de bolsillo, «sabonetas» o «lepines «, con escape de cilindro o de áncora, eran todavía de cuerda a llave; pero empezaba a generalizarse precisamente el llamado «remontoir au pendant», invento que hizo a aquélla innecesaria, y que dio origen, por cierto, a la alianza entre el relojero francés Adrien Philippe y el fabricante ginebrino Patek, creándose una importante firma que aún dura.
Como no había entonces leyes de protección industrial, el invento se extendió con tanta rapidez entre los fabricantes de las montañas neuchatelinas, que pronto estuvo implantado en todo el mundo. Una mejora como ésta, que tanto contribuiria a la popularidad del reloj de bolsillo, supo aplicarla a tiempo Georges-Frederic Roskopf, emprendedor alemán instalado en Suiza y creador de un famoso calibre económico patentado en Pans en 1868 y lanzado al comercio en 1870 con el nombre de «La Prolétaire».
Ante un incremento tan notable de la producción, el comerciante hubo de esmerarse en seleccionar los relojes con arreglo a sus calidades y precios. Comienzan a aparecer las marcas caracterizadas, que se consagran de la mano de los anuncios, y el vendedor asume el compromiso de aceptar el arreglo del reloj en caso de avena, gracias a la perfecta intercambiabilidad de las piezas que lo integran y a un auténtico sentido de servicio que le anima a instalar modernos talleres de reparación. Desde 1884, en que se convoca la Conferencia Internacional de la Hora en Washington, y que congrega a 27 naciones, se acomete el esfuerzo de unificar la hora del universo mediante la adopción de los husos horarios señalados por diferentes meridianos, cada 15 grados o minutos. Se elige el meridiano de Greenwich como el comienzo del primero u hora 0(24), Y se acuerda iniciar esta reforma el 10 de enero de 1901. Como Francia viera postergado el meridiano de París no suscribió el acuerdo y hasta el 26 de enero de 1911 llevó 9′ 21″ de diferencia con los demás paises.
La relojeria alcanza una pujanza inusitada en los años anteriores a la Guerra europea. Escuelas profesionales en Francia, Suiza y Alemania rivalizan entre si para la formación de los técnicos y sus enseñanzas aseguran una alta calidad de la titulación. Las ediciones de tratados y los articulos de investigación que se publican en revistas especializadas llevan a la relojeria de esta época a un periodo de «siglo de oro». Tras la contienda que asoló a Europa, hace su aparición el reloj de pulsera, lo que supone un desdoblamiento de la oferta y un nuevo motivo de adhesión al reloj por parte de masas de nueva clientela, sobre todo juvenil y femenina. Se hace costumbre, incluso, regalar un reloj a los niños en su primera Comunión.
Entre las guerras, aparece el reloj extraplano. Los grandes joyeros aportan fastuosidad al reloj: Tiffanis, Van Cleef, Cartier son algunos de los eminentes nombres con que se inicia el Art-Deco en relojeria. Los fabricantes suizos siguen esa hnea y las creaciones de los Movado, Omega, Longines alcanzan altas cotas de belleza y suntuosidad en los penúltimos modelos de relojes de bolsillo, articulo que pierde terreno por dias. Con la extensión de la práctica del deporte aparecen los primeros cronómetros de pulsera, que
llegan a hacer furor, pero la meta de los fabricantes es conseguir un reloj preciso y duradero al que no sea preciso darle cuerda.
Ensayos llevados a cabo en los años 30 en Inglaterra por el relojero Harwood que fructifican en la aparición de un prototipo de reloj automático, toman nuevo impulso a mediados de la década de los cuarenta, con la paz impuesta en el mundo por la victoria aliada. El reloj automático de pulsera pasa a ser realidad práctica y no ensayo de laboratorio, debido a esfuerzos y logros conjuntados de las mejores casas suizas, con Rolex a la cabeza, y el rodamiento de bolas aportado por Eterna; especialmente por la solución de la reserva de cuerda mientras no es llevado en la muñeca. Por el contrario, otras IIneas paralelas de exoeriencias por conseguir un conjunto eléctrico-mecánico
del reloj de pulsera no se vieron coronadas por el éxito. (Los esfuerzos unidos de Lip francesa y Elgin americana, nunca secundados por los fabricantes suizos, dada la solución satisfactoria del reloj automático altamente perfeccionado, hicieron pronto olvidar esa iniciativa) .
Todavía se intenta una solución eléctrica con la realización americana del sistema de diapasón como elemento vibrador de alta frecuencia, invento por cierto suizo explotado en América con el nombre de Bulova Accutron, lo que denota una vez más el tesón de la investigación en el campo de la mecánica relojera llevada a extremos infatigables.
Ya en días próximos a nosotros hace su aparición como por sorpresa y en forma avasalladora, una nueva tecnologia en el campo de la cronornetn’a o ciencia de medir el tiempo, que en seguida tiene aplicación a la producción de relojes. En los primeros años 70 se universaliza de golpe un tipo de reloj de pulsera de cuarzo, con esferas digitales de cristal liquido, que a la función de señalar la hora añade otras varias, y todo ello sin el mecanismo convencional.
Una nueva etapa nace asi para el comercio de relojes, a la que está tan presta la Antigua Relojeria como al comenzar en 1880, cuando las damas llevaban reloj colgante y los caballeros leontina.
Luis Montañés
Historiador de la Relojería
1990
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